La Princesa Yasevé

Blog Literario, desde el rincón de los olvidos

martes, 28 de febrero de 2017

Te espero

Te Espero de Dolores Valentino

Vuelo de poemas, poema
Te Espero, poema
Me siento orgullosa de este pequeño blog que tantos buenos amigos me aportan. Dolores Valentino es una de las últimas amigas que se unen al grupo de los que amamos las letras, y que se suman a este espacio. Dolores es escritora y argentina, señalo lo de su nacionalidad, por dos razones: una porque eso significa que gracias a la tecnología estamos comunicado con personas, hasta ahora impensables. La segunda razón, es porque dos de mis grandes amigas, son y viven en Argentina. Aquí os dejo, sus palabras, sus versos, sus letras, para que podáis saborear, deleitarse en su poema.
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Te espero acá, en la misma ventana oxidada por el tiempo.
Puse al sol en remojo y a las estrellas boca abajo, 
para esperarte con la luz del verano que me atraviesa el corazón.
Mientras el alma nivea   de esperanzas , salga a tu encuentro.
Caminan mis ojos hacia ti … , vida.
Palpita y tañe mi pecho de emoción.
Sé que del otro lado de la luna estás, 
esperando a esta  mujer que desempolva añoranzas cada día. 
Que hizo un nido de rosas para esta noche poder guardar para siempre,
lo que ya pasó.
Vuelo de poemas, poema
Dolores Valentino, escritora

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El valor del silencio

El valor del silencio de Fernando Folla

Vuelo de poemas, poesía-
El valor del silencio, poesía, reflexión, sentimientos.
Nunca me cansaré de agradecer todo lo que me aporta este espacio, ni tampoco, a pesar de todas sus “maldades” y decepciones, todas aquellas personas que aparecen en mi vida, a través de las redes sociales. Y este pequeño espacio, es el lugar y la forma que tengo para dar cabida a esos amigos que comparten emociones, belleza por la palabra y sentimientos.
Fernando Folla se ha querido unir a esta pequeña familia, que va creciendo, poco a poco, lentamente, pero con paso  seguro, defendiendo la lealtad y  la amistad. Fernando es un escritor que como muchos, lucha por abrirse camino en el mundo de la literatura. Su libro es LOS REFLEJOS DEL PECADO que lo podéis encontrar en Amazon.
Nunca dejaré de sorprenderme de la sensibilidad de muchas personas, y ello engrandece el alma. Es el caso de Fernando, y quisiera darte las gracias, compañero de palabras.
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Yo que nunca creí ver tan deprisa pasar el tiempo.
Que de niño cansé a la Luna de tanto mirarla.
Y nunca pasó nada.
¿Por qué cuesta tanto ser aquello que proyectan los sueños?
¿No cuenta que al final acabemos desembarcando siempre en el mismo infierno?
Yo que nunca he sido libre, he ido cortando mis alas.
Desgastando las pezuñas,
hasta hacer sangrar el alma…
y nunca pasa nada.
Vuelo de poemas, poesía
Fernando Folla, escritor

Tarde de domingo

Tarde de domingo

Blog literario, relato
Tarde de domingo, relato
¡Cuánto silencio! Han enmudecido los coches que por esta amplia avenida circulan incesantes, tras un destino a veces incierto y otros erróneos. El parloteo de los transeúntes ha cesado de repente, no escucho sus saludos, ni los móviles donde guardan tanta soledad. Ni siquiera el griterío de los niños, que en bandada salen del colegio, corriendo tras una merienda de Nutella y unos juegos en el parque de esta plaza, que se quiso vestir de tanta modernidad, abandonando los árboles tradicionales, por farolas inhumanas y tristes.
¡Cuánto silencio! Mi mente se para, se estanca delante de mi Coca-Cola lithg, mi cuerpo se estremece con un escalofrío que sube desde el dedo gordo del pie derecho hasta el último de mis pelos, seguro que el más blanco de todos. ¡Cuánto silencio! ¡cuánto miedo!, mis manos tiemblan y mi mirada se nubla, aquella imagen, aquella figura que veo en la otra acera, aquél ser despierta en mí, algo que tenía muerto y enterrado. Y de golpe, a fuerza de amargura en mi boca, como la hiel, regurgita en mi garganta come ese grito acallado por el ¿miedo?, por la ¿culpa? O por el ¿dolor? No sé, la confusión nubla mi pensamiento. El mareo me aborda con la necesidad de aguantarme a la mesa de esta cafetería, decorada con las últimas tendencias del postmodernismo.
Hace dos meses decidí volver a mi ciudad, desde muy joven la abandoné por estudios, por tener una vida mejor y quizás, si me paro a pensar, por huir, correr de aquél que tanto daño me infligió. Escapar de él y agazaparme de la vergüenza, esconderme de mi misma, enterrar todo aquello que asesinó mi inocencia en un bosque de maldad e indignidad. Puede que esa fuese el único motivo, que nunca he querido admitir, para alejarme de mi hogar, de mi familia, de todo, lo que hasta ese momento, era mi mundo. Años de exilio, allá en otro lugar, con otro idioma, otras gentes, otros mundos, donde no quise volver a pensar ni rememorar lo enterrado, en una memoria nada tonta y, muy selectiva.
Y ahora aquí, mientras el sol de las cinco de la tarde intenta irradiarme luz, la penumbra acecha mi rostro. Allí delante de mí, mi verdugo. Nunca imaginé, cuando decidí volver a mi ciudad, tener que batallar contra el pasado. Mi conciencia durmió durante más de 20 años, sin prestar atención a la venganza ni al perdón. En este momento, el asesino revive a ésta, su muerta.
Ya no es el mismo, su tamaño ha menguado, los años no pasan en balde, está visto. Más viejo, taciturno, arrastrando los pies y con mirada perdida, sigue las instrucciones de esa mujer grande, obesa que sin piedad le manda que coja, naranjas del puesto de frutas. Naranja, así es su pelo, su rojizo de antaño es más naranja con hebras de plata. Ahora con barba, rasurada sin acierto y con mucho desconcierto. Por entonces, imberbe otorgaba a su cara inocencia e ingenuidad, a pesar de sus años. ¿Cuántos? Sí 20 años tenía por entonces, alto, atractivo y con buenos modales. ¡Claro! de buena familia como la mía, padres humildes y trabajadores, inmigrantes con ganas de dar lo mejor a sus hijos. Amigos de sus amigos, de mis padres; dos familias disfrutando de la amistad, reunidas para no olvidar sus raíces, su pueblo y sus costumbres. Días de domingo de paella y tocino en un fuego de leña, domingos de merendero, de juegos a matar, de expedición por bosques en busca de boletus y caracoles. Domingos anotados en el calendario para recordar que el trabajo tenía premio y recompensa. Yo disfrutaba de mi hermana, de aquellos niños mayores que nos perseguían jugando al escondite. Muchos domingos de risas, de juego de cartas al remigio, y cervezas para los mayores. Tardes de siesta en las mantas estiradas en campos de margaritas, y mosquitos abusones de tanta paz. En este momento, huelo la leña de la barbacoa y la fragancia del romero que embriagaba aquellos días.
Hasta aquella tarde de junio, ¡es curioso!, no recuerdo su nombre, ni quiero. Frente a mí el causante de mis devaneos, mis divagaciones por una mente atormentada, de una vida de castigos y penas, de falta de arraigo a las personas. Instaló la desconfianza, el miedo, la incertidumbre, el asco y el rencor. Me mató aquella tarde que le seguí con la confianza del hermano protector, por el bosque, buscando la aventura de encontrar animales y personajes de cuento de hadas. ¡Qué puñetera, la memoria! Puedo ver aquel trozo de bosque, zarzales, pinos, moreras, ¡tan Mediterráneo!, algunos escombros y un palet. ¡Sí! un palet abandonado, viejo, enmohecido, herrumbroso, un trozo de madera desamparada a su suerte, como yo aquella tarde, sin saberlo.
Y ahora frente a mí, él, el innombrable, el hacedor de la impunidad, el valedor de la miseria de mi corazón. El encantador de sueños de niña. El mago de las mentiras y el dios del desamor. Pero ahora decrépito, enfermo de podredumbre, inyectado en sangre los ojos. Como aquella tarde, cuando se paró en seco, delante de aquella madera infecta de desasosiego. Yo detrás de él, ajena a todo y a todos, jugando a las aventuras de mi infancia. Doce años, sólo doce. Se giró hacía mí, con una sonrisa grotesca y forzada, no consigo recordar sus palabras, tan solo sus manos grandes y fuertes sobre mis brazos. Siento aún la presión que ejerció sobre ellos, el dolor, mi queja ante el hecho. Y su respuesta…
Me arrastró a aquel palet, me dijo que calladita o me haría mucha “pupa”. Como si yo tuviera cinco años. Y yo calladita y muerta de miedo hice lo que él me dijo.
─Jugaremos a un juego nuevo, tan solo debes hacer lo que yo te diga, a no ser que quieras que te deje aquí, solita, abandonada, ─me dijo, mientras se sacaba su “cosa” de la bragueta.
Yo no dije nada, creo que tan solo asentí con la cabeza. Me cogió de ella, y la acercó a aquella “cosa” que se agrandaba cada vez que él obligaba a mi boca que la metiera en ella. Así varias veces, no sé cuántas, tantas, hasta que “aquello” me ahogó, y las ganas de vomitar se agolparon en mis labios.
─Buena niña, por ello seguiremos jugando, pero ahora será más divertido ─reía sin cesar.
Me tumbó, bajó mis pantaloncitos rosa chicle, cortos de verano, y también mis braguitas blancas de algodón con puntilla, que con mucho cariño había cosido mi abuela. Y un dolor fuerte y un grito ahogado rompió mi niñez. Cerré los ojos, no luché contra ese “monstruo” que tanto daño me hacía, solamente cerré los ojos, me desvanecí en un sueño y con mi Nancy jugaba a maestras. Mientras escuchaba su respiración acelerada y jadeos a cada nuevo envite. Cuando volví en mí, él se abrochaba la bragueta, un reguero de sangre y de un líquido pastoso y lechoso descendían entre mis piernas. Tan solo un sollozo. Y el dedo acusador de él, en su boca para que guardara silencio.
Volvimos donde nuestros padres, ajenos a todos jugaban a las cartas entre risas y cervezas, mientras los más pequeños seguían en su siesta. Mis ojos enrojecidos por las lágrimas desvelaron una caída tonta entre los zarzales.
Sabía que algo “malo” había hecho, y no podía decir nada, me sentía sucia, asquerosa, una mendiga en medio  de la inmundicia. Me encerré en el baño al llegar a casa, y fregué, fregué con rabia y desesperación la huella de aquellos dedos que hurgaron dentro de mí. Rasqué, froté y callé. Más tardes como aquel domingo se repitieron, hasta que caí enferma, y por fin, me alejaron de mi asesino, sin saberlo.
Y ahora frente a frente, enfrentada a mi pasado, él ni siquiera me reconoce. Yo ya no soy la misma, mi infancia se perdió aquella tarde, en aquel palet. Morí allí, y después, me reencarné en un espectro viviendo una vida transmutada en falsa felicidad.
He vuelto, aquí al lugar del crimen, para saldar cuentas, o tal vez, a perdonar y a perdonarme.
Tú que me mataste, tienes tu condena en esa sombra que vaga en tu conciencia, y yo, yo te perdono, porque en mí no mataste la compasión.
Blog literario, relato
Tardes de domingo, relato

Maldito Poder

Reseña: MALDITO PODER (NUESTRO FUTURO) de Isabel Mata Vicente

Blog literario, reseña
Maldito poder, suspense, intriga, crítica social y política
“No hay que atacar al poder si no tienes la seguridad de destruirlo”. Niccolo Maquiavelo  (1469-1527) Historiador, político y teórico italiano
Dicen que las crisis suelen durar un mínimo de siete años. Echando la vista atrás, intento calcular cuando esta “crisis”, según la RAE se define: “Cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, o en la manera en que estos son apreciados”, alteró, modificó, cambió y afectó  la vida social, política y económica  de este país. Si no calculo más, fue en el 2010, cuando estalló por los aires una “burbuja” repleta de “corrupción”, de “paro”, empobrecimiento económico, valores sociales y morales…Fue el comienzo de un terremoto político, financiero y social cuyas consecuencias estamos pagando, sobretodo, los “españolitos” y todos aquellos que pueblan este país, de a pie. Pero, como mi función no es dar un discurso político, porque yo no he constituido un partido, ni hacer un análisis social y sociológico sobre ello, porque no estoy capacitada para ello, me limitaré a reseñar este libro Maldito Poder, que si pone en tela de juicio y valora a modo de novela de suspense e intriga, todo lo que ha acontecido en los últimos años, en España. Inciso: según mis cálculos deberíamos salir de esta “crisis”, pero quien sabe, igual esa afirmación se rompe, para crear una excepcionalidad.
Maldito Poder, es la historia de cómo un nuevo partido político emergente, NUESTRO FUTURO, acceden al gobierno, tras la desaparición en extrañas circunstancias, de los más importantes banqueros y miembros del gobierno hasta ese momento. Isabel Mata en un tono distendido, pero no por ello, serio, maquillado en un relato de suspense y novela negra, analiza las causas de cómo un gobierno y los estamentos que los apoyan, arrastran a un país a la “bancarrota” social y económica.
Tras la desaparición de los 20 banqueros más importantes del país, y los miembros del gobierno más destacados, Esther, una joven policia, hecha a sí misma, junto a sus compañeros de la comisaria de Madrid, Mario y Raúl, bajo las órdenes del comisario Andrés, deben investigar a contrarreloj que ha sucedido con ellos. Esta es la trama, utilizada por la autora, para hacer un retrato y en cierto modo, “profetizar” la coyuntura de los cambios que en el “poder político” y social hemos sufrido.
Así paralelamente a la desaparición de tan “eminentes” personajes, los españoles necesitan alternativas a tanto desgobierno “La gente está harta de tantas discusiones inútiles entre partidos, de sus mutuos reproches, de su falta de eficacia, de la inseguridad que crean, de los recortes en lo más necesario cuando ellos viven a cuerpo de rey, de injusticias judiciales, de la corrupción, de pagar sueldos y jubilaciones millonarias, de la falta descarada de democracia que solo disfrutamos el día de las votaciones. Después nadie tiene en cuenta nuestras necesidades, sólo nos utilizan para recaudar:” Y ante esta reflexión aparece Nuestro Futuro, un partido que nace como alternativa, con valores éticos y morales, nacidos en el mismo “corazón” de las personas de a pie. Un grupo de jóvenes profesionales, humildes respecto a su ambición personal, que se consagran y se dedican a instaurar el “bien común” y el bienestar social y cuyos “códigos de honor” beben en la “respetabilidad y dignidad” de nuestros abuelos. Y es precisamente una abuela, Milagros que junto a su nieto, Fernando, capitanean este partido que busca cambiar el rumbo de la deriva de este barco que se va a pique, llamado España.
Así Esther, es el hilo conductor entre los miembros de la comisaria y el partido nuevo. Entre comidas y cenas, porque claro no podemos olvidar que todo lo resolvemos en torno a una buena mesa y mejores vinos, esto es de mi cosecha, y alguna que otra entrevista televisiva, se desglosa las nuevas inciativas y opciones, el programa político de Nuestro Futuro.
“no vamos a permitir que nos esclavicen, nos exploten y nos ridiculicen. Por eso hemos decidido crear una alternativa y aquí estamos”
Pero aún siendo ella el personaje destacado, no la clasificaría como la protagonista, me atrevería a decir, que Isabel no ha querido hacer protagonista a ningún personaje. Todo lo contrario, todos los personajes que intervienen, de forma coral, tienen su “minuto de gloria” y cumplen su función. Así Esther es la “observadora” que viaja por la España de los humildes, Remigio, sus padres, Manuel, personas trabajadoras que viven al límite de sus circunstancias familiares. Andrés López, el comisario, bonachón y romanticón, despliega su buen humor y su generosidad, junto a María, su pareja, que sabe más de lo que aparenta. Raúl y Mario compañeros de Esther, rivales y a la vez amigos. Fernando y Milagros, tras su “riqueza” esconden la modestia de los pobres, consagran su vida por ellos. Los banqueros y sus esposas, que examinan sus errores.
Lo que realmente pretende Isabel, es poner sobre la mesa, las circunstancias y las causas de nuestra situación, con una serie de personajes endulcorados con buenos valores, que desgraciadamente, desde mi punto de vista, no existe en ningunos de las personas que en la realidad nos representan. Pues aunque podemos atisbar coincidencias entre Nuestro Futuro y el nuevo partido emergente PODEMOS, incluso un programa muy similar, el dicho aquel de que “el poder corrompe” se confirma con los nuevos hechos acontecidos, en la actualidad. Así la autora nos dibuja un programa político y soluciones a nuestros problemas que los definiría como “utópicos”, pues considero, que la buena actitud y aptitud de los personajes se aleja de la realidad de las personas actuales. Y no entro a valorar a quienes nos representan, tan solo como observadora, evidencio lo que nos transmiten. Tan solo debemos mirar los periódicos o las noticias de cada día.
La autora de forma sencilla, con una prosa y un lenguaje cotidiano, sin violencia verbal, todo lo contrario con un tono satírico y con mucho humor, a modo de sainete dirían los clásicos, ni siquiera con violencia escénica, con diálogos constantes, agilizando y acercando al lector a la historia, nos pasea por el cansancio y el agotamiento de la realidad actual, nos plantea preguntas morales y nos lleva a la reflexión sobre nuestro papel como electores, nuestra capacidad de actuación y decisión.
 Sugiere, propone y esboza posibles soluciones a los desmanes políticos. La estructura del libro en capítulos no demasiados largos, siguiendo una cronología desde el 2 de enero del 2014 hasta el 1 de abril el 2014, finalizando en el último capítulo denominado Nuestro Futuro, acompaña al lector por las injusticias sociales, los deshaucios, el paro, los recortes sanitarios y educativos, la problemática de la inmigración, la corrupción, la hipocresía, los desengaños, las decepciones, la falta de honestidad. Pero a la vez como es posible la “salvación” a todo ello a través del compañerismo, la amistad, la generosidad, la honradez y la humildad. Sin olvidar, el amor.
Un libro diferente y original,  muy recomendable para quienes deseen reflexionar sin perder el sentido del humor,  para los observadores de la realidad social. También para los amantes de la intriga y el suspense. Me ha gustado mucho el análisis político y social de Isabel, aunque personalmente dudo que sean factible sus propuestas y soluciones.
“─La maldad sale de un conjunto de necedades: del egoismo, de la soberbia, de la envidia, de la mediocridad, de la incultura y de la ignorancia
Blog literario, reseña
Isabel Mata Vicente, escritora

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Amazon MALDITO PODER

Ojos de Gato Enséñame a olvidarte

miércoles, 22 de febrero de 2017

Decisión propia

DECISIÓN PROPIA por África Sánchez

Vuelo de poemas, poesía
Decisión propia, poema por África Sánchez
En la otra orilla
de la vida
tú,
a este lado de del rio
yo,
he decidido resucitar,
ha sido por
decisión propia,
me ha movido la sed,
el hambre,
ese silencio tuyo
que me devora,
me agota, buscar
la frescura de otras aguas,
apetitos de otras bocas,
otros labios sin grietas
de heridas mal curadas,
infectadas
por conformidad dolorosa.
He decidido resucitar
a este lado del rio,
ha sido
esta vez,
por decisión propia

Contigo aprendí que la distancia no es un puente abandonado

Contigo aprendí que la distancia no es un puente abandonado…de Gudea de Lagash

Vuelo de poemas, poesía, versos
Contigo aprendí que la distancia no es un puente abandonado…prosa poética.
La invitada de Vuelo de Poemas, es una escritora muy particular. Empezó siendo una seguidora de mi perfil de Twitter, de ahí nació en una amistad virtual, que crece por días. Gudea es africana y lleva a África en la sangre y su pensamiento. De ahí nace su libro La Sombra del Egombe Egombe, un recorrido por su infancia y la vida de sus padres desde la Guerra Civil hasta 1968. Puedes seguirla en su página  web. Os invito a conocerla y leerla.
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Contigo aprendí, que el amor puede anidar a mil kilómetros de ti. Que engancha tanto lo dejado en el teclado, que no es preciso ni siquiera conocerse.
Contigo aprendí, que la distancia no es un puente abandonado; que con la fuerza del deseo imaginas que ese ratón que sujetas con el hueco de tu mano, no es otra cosa que el hueco de la mía.
Con la fuerza del deseo… yo te siento susurrando las palabras que yo marco en el teclado.
Con la fuerza del deseo veo escritas, entre líneas, cada noche en la pantalla, lo que tú quieres decirme sin que nadie se dé cuenta… ¡Ay! de esos puntos, de esas comas, de esos puntos suspensivos diablillos de las letras que te cuentan… que me dicen, más que dejan a la vista de la gente. Con el tiempo he aprendido a conocerte. He compartido contigo tus tristezas y tus risas; tus cambios de humor, amor.
Porque yo te quiero, porque tú me amas, porque te deseo y tú me devoras, en tus sueños claro, con ansia animal. Yo no quiero conocerte, tú a mi tampoco; eso espero. Solo quiero tus dedos en el teclado, tu mano en el ratón, tus ojos en la pantalla. Y el corazón… tú corazón, a mil kilómetros de mi.
Porque yo te quiero, porque tú me amas, porque me deseas y yo te devoro con ansia animal.
Y como todo, el deseo del teclado algún día pasará. Y lo sabré y lo sabrás por un punto o una coma, por los puntos suspensivos… porque no sigues el ritmo de lo que dejo colgado en mi blog, o ese facebook de los dos.
Yo te atraigo, tú me atraes a través de la distancia y entre ratón y ratón. Es mejor no conocernos para así seguir soñando con tus ojos con mis manos, con tu boca, con mis ansias y las tuyas en la cama…
Contigo aprendí, que la distancia no es un puente abandonado y que los sueños es mejor no despertarlos.
Contigo aprendí, a conocerme y a sentirme una mujer llena de vida; la más bella entre las bellas, pues los sueños es mejor no despertarlos…
Contigo aprendí, a dar un salto en el tiempo ya vivido y a mirarme en los espejos, y ver la niña de ayer.
Contigo aprendí, que los problemas no lo son si estás conmigo en la distancia…
Contigo aprendí, a verlo todo envuelto en la primavera.
Contigo aprendí, a ver la vida del color de un brote nuevo.
Contigo aprendí, que las estrellas son candelas que iluminan nuestras noches y que la luna se las come a bocaditos.
Contigo aprendí, a estar siempre enamorada…
Vuelo de poemas, poesía.
Gudea de Lagash, escritora.

El alba

El alba

Blog literario, relexión
El Alba, reflexión, pensamientos
Tomo aire para mirar por la ventana, mientras el alba hace acto de presencia, inundando mi habitación con las gotas del rocío de un nuevo día. Necesito inspirar la mañana, abriendo este hueco entre la pared y el mundo, para expurgar los sinsabores de una noche sin conciencia, ahuecada por recuerdos ingratos y perdidos en el tiempo. Eterna noche de inquietudes, golpeada por el pasado y, en silencio volteo el colchón de arriba abajo, de derecha a izquierda, buscando ese agujero donde esconder este cuerpo, castigado por una mente atormentada.
Noche aciaga. Encerrada en aquella habitación, doble vuelta de llave, lanzada en el bolsillo de quien teme mi huida. Una cama y una mesita, de mobiliario. Esa luz blanquecina y muerta tan solo encenderla, aséptica y sin vida, anulando mi vista, alumbrando sin luz mi rostro, castigado por el miedo a descender a los infiernos para arder en los pensamientos negros y oscuros de dolor. Grito con la desesperación del condenado a muerte, clamando misericordia, impaciente por salir del encierro, muriendo en vida. Mis puños golpean la pared muda por la soledad y vestida de luto, esperando la hora del entierro. Pego, 1,2,3 puñetazos, grito: quiero salir, quiero vivir, mas nadie escucha mi voz. Lágrimas se escurren sin permiso, por esta cara hinchada de tantas horas enchufada a un gotero. Lloro sin clemencia, moqueando la desesperación de quien en soledad espera la rendición a la vida. Cuanta sed se acumula en esta boca, vacía de dientes, perdidos por tantas horas de ayuno, por tanto tiempo, de arrojar mi existencia al wáter de la desesperación.
¡Maldito sueño! Tan real, tan vivido, atormentando mi presente, agitando mi cuerpo en convulsiones de culpa. ¡Cómo explicar esta madeja de ideas confusas! ¡cómo describir esto que corree mis huesos y envenena mi sangre! Aislada, abandonada por este sol que batalla por abrirse al día, permanezco en la negrura de ese sueño que me persigue a todas horas. Y es que en aquella habitación morí una y otra vez, durante 150 días, mientras una llave giraba y giraba para salvaguardarme de mi misma. ¡Menuda paradoja! Pero salí, invicta del cuarto de los horrores, para fenecer en la prisión de los recuerdos.
Inspiro a borbotones el aire frío y gélido de este invierno, intentando congelar la noche pasada en un vaso que lanzaré al cubo de la basura. Eso es mi vida, un desperdicio que como el polvo se acumula en los muebles de este, mi refugio, ajena al barrendero que barre la acera. Sólo una mueca grotesca se dibuja en mí, porque eso soy, la caricatura de quien quise ser, sueños de niña ignorados por la mala memoria. Tanto dolor, tanta frustración en elipse orbitan en mi ser, y me abandono al abrigo de este cuerpo, guerrero de batallas perdidas al tiempo.
Ya no quiero la cordura que aquel encierro me entregó a fuerza de sangre y dolor. Ya no deseo ver esta ventana sin postigos, pues no se deja abrir para exhalar suspiros de amor.
Tan solo necesito esa mano que encoja la mía, para calmar las intrigas de esta mente ausente de toda realidad.
Blog literario, reflexión
Al Alba, reflexión

La condesa muerta

Martín Muñoz

Blog literario, reseñas
La Condesa Muerta, novela negra, fantasía, paranormal
“A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa.”
Edgar Allan Poe (1809 – 1849)
La confianza que deposita Eba Martín en mí, para valorar sus libros, es proporcional a mi certeza de que leer cualquiera de sus libros será disfrutar de una gran lectura, sin decepción alguna, además de mantener mi sonrisa en todo momento.
No negaré, y en un acto de respeto por el lector de esta reseña, que Eba es una de mis escritoras preferidas. Y debo hacer un inciso y una aclaración. La primera vez que contactó conmigo, para que leyese Seres Malditos, pensé, «ufff, vaya rollo, terror, más de lo mismo» pero, fue leerla y rendirme a sus pies. Y es que esta joven autora tiene la madera y la inspiración para aportar, crear e innovar escribiendo. Desde su primer libro soy adicta a sus relatos.
En esta ocasión, la autora, abandona a los vampiros, para centrarse en otro tipo de fantasmas, sin abandonar la realidad. Y es que a Eba le gusta combinar en sus relatos de terror y fantasía momentos más contemporáneos.  En La Condesa Muerta, combina dos épocas que aparentemente corren paralelas, distanciadas por los siglos, pero que por la maestría y el ingenio de Eba confluyen en el tiempo.
La primera historia tiene como escenario Cowland (Inglaterra), año 1707, un día de primavera, 7 de abril. El Conde Sangre, William Cowland, y su mujer, Elisabeth, forman un matrimonio de nobles, donde la maldad de él y los encantos “femeninos” de ella desencadena en una historia cuyo terror, sangre, muerte y fantasmas se prolongan por los siglos hasta julio del 2005. La muerte en extrañas circunstancias de una española rica , en un hotel de Nápoles, pone en alerta al inspector Nicola Segreto, aún resultándole surrealista su muerte y las circunstancias que la rodean, el “poli” sigue su instinto: “Porque mi nariz me dice que esto que está pasando es tan real…” Siguiendo su “nariz” y por la misiva del único  testigo de la muerte de la señora Olivares, se traslada a Cowland a investigar quién se esconde detrás de las muertes inquietantes, resultado de la primera.
Paralelamente, en 1707, en la alcoba del matrimonio de nobles se desborda la perversión y la crueldad del Conde Sangre “masticando una mezcla de odio, de rabia y de placer anticipado” sobre su esposa, que a pesar de ello, juega con la baza de su “inteligencia”, para no facilitarle las cosas al sanguinario conde, perfil del perfecto “maltratador”, obsesivo, cruel y posesivo, hasta el límite de provocar el dolor y el sufrimiento extremo a su “objeto” de posesión: “Avaricioso por convicción, había convertido la ruindad y mezquindad ahorrativa en su religión”. Perverso, su posición de superioridad, le permite “silenciar” a quien pretende contrariar sus “órdenes”. Su presencia y actos entre sus sirvientes, crean la atmósfera del miedo y el terror con solo nombrarle. Por otro lado, Elisabeth, la condesa, no es la típica mujer “objeto” sujeta a las obligaciones conyugales ni “una simple rehén que acepta su triste destino”. Su belleza encandila y encanta, y ello utiliza, para lograr sus objetivos. Pero a diferencia de su marido, la frialdad, el instinto de supervivencia y su inteligencia logra que su “espíritu” traspase tiempo y fronteras. La sed de venganza de ambos, son el argumento que utiliza Eba, para tejer una historia detectivesca, viajando en el tiempo.
Será Segreto, una vez que se desplaza a Cowland, cuando empieza a tirar de la madeja: “La irritación que sentía en Nápoles sobre este caso había sido salvajamente sustituido por un batiburrillo de sentimientos de incredulidad, consternación, preocupación, dolor, rabia y, finalmente, miedo.” Junto, a Victoria, la joven inglesa que la acoge junto con sus padres en su casa familiar, mientras la muerte pulula  alrededor del desmantelamiento del castillo de los condes. A contrarreloj el inspector y la joven de los ojos violetas, Victoria, intentarán desentrañar el misterio que se esconde en Cowland.
Eba Martín con su estilo genuino y original, aunando por un lado el terror, misterio, fantasía y suspense necesario, más su toque de humor y sarcasmo que la caracteriza, consigue que el lector se quede enganchado a sus líneas despistando lo necesario para sorprender en un final inesperado. Ello hace de esta autora, el atrevimiento para empatizar con los personajes más crueles de sus historias, incluso hacerlos simpáticos a ojos del lector. Pero sin dejar de vista, que estamos ante una historia de terror, donde la muerte, la sangre y el terror al estilo Stephen King están presente. Es capaz de pasar de una escena totalmente siniestra donde las vísceras son visibles, al momento de desengrasar tanta crueldad en una sonrisa: “Se acercó morbosamente a su cara, como si pretendiese despertar al asesinado con un beso de Disney de amor. Lo de siempre: protusión de los globos oculares, cianosis, punteado petequial y esa mandíbula inquietantemente desencajada que le recordaba al asesino de Scream”. Aún utilizando el narrador en tercera persona, se da la licencia de utilizar el lenguaje más actual en el siglo XVIII, a modo de desafío a los más “puritanos” y “ortodoxos” en cuestión literaria. Y siempre con sus acotaciones a pie de página.
De ahí la maestría de esta joven autora, que crea una historia de fantasmas, maldiciones y asesinos sobrenaturales para entretener al lector, buscando en él su atención, sin más pretensión. Pero quien la lee consigue deducir sus mensajes subliminales como el maltrato y la vejación contra la mujer, la deslealtad y la amistad sobrevalorada. A la vez, que pone en evidencia la igualdad de la mujer respecto al hombre, creando heroínas reconvertidas en frágiles seres, cuya inteligencia se interpreta en sus actos.
Leer la Condesa Muerta es sentir el suspense y el misterio de la misma manera que ver una serie de misterio de la BBC, toques de humor muy británico. Una atmósfera que a veces parece claustrofóbica, pero con giros inesperados se cuela una ráfaga de aire fresco para oxigenar el ambiente.
Una apuesta muy segura de lectura para cualquier edad a partir de 14 años, pues en ella también se puede encontrar un amor incipiente, “Olía a vida, a felicidad y a algodón de azúcar”; la sangre y el terror sin violentar al lector; el misterio y la intriga de una novela negra; la fantasía de fantasmas y hechos sobrenaturales; y los guiños constantes a series, escritores, etc de una autora que no deja al margen la más viva actualidad. Muy recomendable para los que busquen originalidad y algo diferente, para leer. Para evadirte de la realidad y de un mal día, disfrutando de una muy buena lectura . Entretenimiento asegurado.
“─Hijo…Recuerda: lo que está muerto no se puede matar ─rio él con una risa cascada y asmática.”
Blog literario, reseña
Eba Martín Muñoz, escritora

Enlaces

Amazon: La Condesa Muerta
Blog literaio, reseñas
Libros publicados por Eba Martín en Amazon

lunes, 13 de febrero de 2017

Soy tonto

Soy tonto

Blog literario, relato
Soy tonto, relato
Este relato no debería estar en este blog, lo escribí por otro motivo y destinado al cibertaller literario de José Losada. Por motivos ajenos a todos, y sobretodo a José Losada no ha podido llevarse a cabo. Pero yo debo una deuda, ¡sí! a ti, José por todo lo que has enseñado, por todo lo que me has aportado y motivado, a que mi ingenio se desate y fluya. Siempre cumplo mis promesas, pago mis deudas y soy responsable de mis actos.
Por ti, que de tu generosidad debemos aprender, de tu esfuerzo incomprendido, por romper las barreras de los estigmas, mi relato José, inspirado en dos personas que forman parte de mi vida.
Sin estigmas.
Soy tonto
Jose se acomoda en el asiento del autobús, más concretamente, en la plaza nº 23 del autocar Alsa, con destino Barcelona. Mientras acaban de subir todos los viajeros, mira por la ventanilla la puerta del Pintao, la fonda que hace de parada de autobuses.
Siempre ha estado allí, piensa. Al menos desde que tiene uso de razón. Sus cuarenta y cuatro años le delatan.
La fonda es el punto de encuentro para todos los paisanos del pueblo. Mira con nostalgia a Francisco, el posadero, quien, a pesar de sus años y la joroba que corona su espalda, sigue al pie del cañón, guardando la tradición de los paisanos del pueblo. Y es que en la fonda del Pintao, se reúnen los jornaleros, cansados de un día en los campos de labranza, consumiendo los últimos minutos de la tarde con una cerveza Alhambra, bien fresquita, y con su tapa correspondiente. Y qué decir de los más viejos del pueblo, matando las horas del día, jugando al tute.
Jose ríe para sí. No sabe jugar al tute, «como soy tonto» cavila, y una mueca de tristeza se forma en su cara.
«Eres tonto, Jose» una frase que siempre le acompaña desde pequeño. Su apodo es “el Pringao”, así lo bautizaron en su día los niños de la escuela rural, pues siempre reaccionaba tarde y mal a las bromas de sus compañeros, o no respondía nunca a las preguntas de don Manuel, el maestro de escuela…
 Llevaba repiqueteándolo todo el día, el recuerdo del momento en que se creyó lo que le decían.
Fue una tarde de agosto, con 38 grados de calor. Ni las chicharras con su ensordecedor chirriar, eran capaces de salir de debajo de las piedras. Pues allí a los pies de Sierra Nevada, Lorenzo daba con ganas. Unos cuántos niños del pueblo, siempre los mismos ─aquellos que vacilaban a los paisanos con sus travesuras─ invitaron a el Pringao para bañarse en la balsa de El Loco. Por entonces, la piscina municipal aún no estaba construida, así que remojaban los calores en las balsas desperdigadas por los cortijos. (Jose se recrea en lo que sintió ante aquella invitación, pues siempre anduvo de labores con su padre desde bien chico; y aquello, era como ser niño con otros niños) Quedaron en la plaza del pueblo, delante de la fuente de Los Leones. Risas, chapoteos entre unos y otros, mientras esperaban a que acabasen de llegar todos. Jose intentó participar de los juegos y, reunidos todos, se encaminaron hacía la balsa de El Loco. Se lanzaron al agua una vez se desnudaron; en bañador unos, en calzoncillos otros. Jose estrenó su nuevo bañador Adidas. Su madre se lo compró en rebajas. Fue a Granada a comprarlo con mucho esfuerzo. Era de licra azul añil, y los demás niños se quedaron prendados, sobre todo de la marca de la prenda. A Juan, El Rubio, no se le ocurrió otra cosa que pedirle que se bañase desnudo, que todos lo harían, que si no lo hacía, sería un «gallina cobardica». Accedió, aun percibiendo la vergüenza de mostrar sus partes más íntimas. ( Se sonroja al recordarlo, y con una sonrisa lastimera, se repite: «soy tonto»)
Ya en la balsa, cuyas aguas verdosas invitaban a salir corriendo, Jose nadó, divirtiéndose. Hora de partida, cuando descubrió que su ropa, y su nuevo bañador, habían desaparecido. Sus “amigos” huyeron en bandada, mientras él, tapándose con sus manos sus órganos genitales y, en un mar de lágrimas, se dirigió al pueblo. Suerte que por el camino se topó con Ricardo, “el Largo”, y le cedió un pantalón de labranza de talla gigante.
Ahora Jose, el Pringao, mira por la ventanilla mientras el autobús encamina su destino. Ve alejarse las calles empedradas de hace un siglo, balcones engalanados con geranios rojos y rosas, clavellinas, claveles, jazmines, sí jazmines. Su perfume se exhala por todo el pueblo, incluso encubren los olores típicos del campo y el ganado. Sí, el aroma que desprendía el único amor que tuvo: María, bella María. Una chica preciosa, con su cabello castaño y reflejos dorados, ojos negros como el azabache. Su sonrisa de ángel y su cuerpo tan perfecto…«María» ¡cuánto amor!, ¡cuánto dolor!.
María tenía diecinueve años cuando se fijó en ella. Eran las fiestas de agosto; muchos que habían emigrado, volvían por esos días a pasar las vacaciones y a cumplir con la tradición de sacar en procesión a los patrones del pueblo. Lo bueno de ello, era la verbena a la fresca, el momento en que la orquesta popular de la zona entonaba las canciones de moda. Los jóvenes del pueblo se desataban en bailes sensuales, animados por cervezas y cubatas de ron de barril, mientras los viejos del pueblo en chascarrillo, comentaban los “pasos” de la procesión.
Ahora a Jose se les anegan los ojos recordando a María, con su vestido blanco, ceñido a su cuerpo, insinuando sus curvas. Se enamoró en aquel instante. Tuvo el valor de acercarse a ella, ofreciéndole una cerveza. Ella aceptó y, con sus labios rosa chicle, le plantó un beso. Él no era muy atractivo, sus orejas de soplillo le afeaban más de lo que era. Y ufano, le pidió un baile, y un beso.
Empezaron su relación de tres meses. el Pringao dejó de serlo, para convertirse en el Afortunado. Todos les envidiaban; tenía a la chica más sexy del pueblo. Hasta que un día de noviembre Jose la descubrió dándose el lote con Mario, el Listo, y en la era de el Collejas. Se hundió en la tristeza más absoluta, y dejó de ser el Pringao para ser el Cornudo.
«Soy tonto»
Atrás de la carretera, se queda el pueblo blanco como la cal, sus gentes desinfectan los chinches y moscas a brochazos y, a lo lejos se ven las cabras de Enriqueta, ya enjuta de tantos años y tanto pastoreo. Jose suspira entre la añoranza de lo que abandona y el miedo del camino emprendido. Se abandona al sueño, en el momento que el autobús accede a la autovía del Mediterráneo, dirección Barcelona.
Diez horas después, Jose arriba a la Estación de Sants. Su hermana mayor, Pepi, le espera con su sobrino Pau. A su memoria, los enfados de Pepi y sus sopapos cuando la espiaba mientras su novio le metía mano. Treinta años después, Pepi se ha convertido en una mujer divorciada, independiente y profesora de instituto, y madre.
Jose se siente orgulloso de ella, mientras se repite «soy tonto». Alucina viendo el tráfico intenso de Barcelona, mientras en el coche de su hermana se dirigen a Terrassa, donde vive con sus dos hijos. Motocicletas, camiones, coches, taxis negros y amarillos, autobuses y el tranvía;
Menudo caos, piensa
Ya en el piso de dos habitaciones de su hermana, ambos se ponen al día de los avatares de la familia y los cotilleos del pueblo. Siente el cansancio en sus brazos, como el plomo, y sus piernas temblorosas precisan de una cama. Son las doce de la noche, cuando el Pringao consigue estirarse en el sofá-cama del comedor de su hermana. Imágenes en forma de fotonovela atraviesan su mente, fotos de infancia con sus hermanas mientras se bañaban en la acequia del abuelo Manuel; los callos en las manos de darle al pico y la azada, junto a su padre Pepe; los sermones de los domingos del Padre Ángel, (suerte tuvo de él que le ayudó a aprenderse las provincias de España); las nevadas de enero y el calor del brasero en la cocinilla de la abuela Rosario; la playa del Zapillo en días de verano, ya siendo un jovencito; la Tere, la prostituta que le dio la bienvenida a ser un hombre con pelo en el pecho; su madre Carmen, siempre con la historia de su nacimiento: A mi hijo le falta un hervor , decía su madre. Y es que explicaba que al sacarlo con fórceps, le apretaron demasiado el cerebro y tonto se quedó.
Intenta dormir. Le pesan los ojos, e incluso nota una pequeña punzada en el pecho, pero no consigue vencerse a Morfeo.
Solo una voz que no cesa «soy tonto», pero mañana demostraré que Jose, el Pringao, sabe más de lo que dice.
Y el sueño le abraza.
Blog literario, relato
José Losada, escritor