La Princesa Yasevé

Blog Literario, desde el rincón de los olvidos

miércoles, 19 de abril de 2017

Lapso

Reseña: LAPSO de Eduardo Martos

Blog litrario, reseñas.
Lapso, relatos, reflexión, muerte, vida
“Ser, o no ser, es la cuestión!—¿Qué debe
más dignamente optar el alma noble
entre sufrir de la fortuna impía
el porfiador rigor, o rebelarse
contra un mar de desdichas, y afrontándolo
desaparecer con ellas?
Morir, dormir, no despertar más nunca,
poder decir todo acabó; en un sueño
sepultar para siempre los dolores
del corazón, los mil y mil quebrantos
que heredó nuestra carne, ¡quién no ansiara
concluir así! Morir… quedar dormidos…”
Hamlet – William Shakespeare
Empezar una reseña tomando como referencia a HAMLET es todo un reto para mí. De la misma manera, ha sido leer LAPSO de Eduardo Martos, un libro con tantos simbolismos que te conducen a la reflexión constante, sobre ¿qué y quiénes somos?, hacía donde dirigimos nuestros pasos, la huella que dejamos y el sentido de nuestra vida. En definitiva, la vida y la muerte, tal como nos define como personas. El LAPSO, ese hueco en el tiempo entre una parada de autobús y otra, o el lapso, ese error que cometemos ante un olvido o el vacío de nuestra mente.
Eduardo Martos nos presenta un libro de relatos y microrrelatos, cuya temática principal gira entorno a “ser o no ser”“vivir o morir”. En cada relato o microrrelato la muerte y la vida se presenta de diferentes formas. Desde el parricidio en 50 Palabras, el suicidio y la disociación de la persona en Barba, el ataque animal en Chucho, el asesinato en Daisy. Formas de morir donde la persona se enfrenta a la soledad de la muerte, a la ausencia en la vida, morir en sueños matando como en Delicioso bocado, o el fantasma que transita en un mundo de vivos sin ser reconocido, ¿por qué los muertos saben que han muerto? ¿qué ya nadie les recuerda? Situación que se plantea en Desvanecida “Cuando por fin logra sentarse en el sofá, ni siquiera se molesta en alargar la mano hasta el periódico y ver su esquela, que con gran acierto marca el día y la hora que en ese preciso instante señala su reloj de pared” Y es que Eduardo nos plantea constantemente el sentido de la muerte, si somos consciente del tiempo y espacio que ocupamos en el Universo, recurre con frecuencia a los clásicos, sobre todo a Heráclito, su concepto del mundo basado en el principio de su continúa transformación y movimiento, debido a la contradicción de la razón. Y es que lo que hoy pensamos o percibimos no tiene que mantenerse en el tiempo. Por eso crecemos física y emocionalmente, adaptándonos a las circunstancias y a nuestros principios y valores. Y en el hombre, y en el mundo radica la contradicción como en el Alma Cálida, la percepción que tenemos de nosotros mismos no debe coincidir con la que tienen los demás. De nuestras acciones y nuestras omisiones define quiénes somos para los demás. A partir de interpretar la visión de los demás, sobre nosotros mismos, y cómo nos definimos, creamos una identidad, que en muchas ocasiones choca de frente con lo que la sociedad espera de nosotros.
“Empezaba a hacer frío, así que el Inútil se arrinconó para escribir la prodigiosa historia de su mundo”
Relatos metafóricos, aparentemente sin sentido, para poner en evidencia aspectos del hombre como la dependencia y el acoso emocional en Consultoría. La lógica y el sentido común en el Autodeterminado Método, el recuerdo y el olvido en El Barranco“¿qué hay más perverso que una mujer que guardaba un recuerdo perfecto y dejó de recordar; una mujer que olvidó ese recuerdo perfecto y ya no puede recordar?”  Lo efímero del tiempo y cómo no paramos atención a la vida misma, los cambios que sufrimos al vivirla, y cómo tenemos la herramienta más perfecta que existe para atrapar la Historia y transmitirla, que es la palabra, el lenguaje escrito u oral, y en ella perdemos la noción de quién somos, todo ello un relato intenso y profundo en El cazador del tiempo, evidencia el fracaso, el prejuicio, la arrogancia, lo efímero, “la seducción de la palabra” y la importancia de los detalles, la voluntad,  la ausencia… “No eres más que una serie de palabras que, como la melodía de su relato, flotan en la nada”
El autor nos lleva de la mano por relatos que en ocasiones provocan en el lector la sorpresa y el terror, y en ocasiones, nos muestra una cara más amable, para evidenciar la “pobreza emocional” de nuestra sociedad, otra vez la contradicción, entre el amor a la humanidad y la pura supervivencia, desglosando que “se había olvidado de la vida, de los sentimientos, por una humanidad que no lo merecía. La ciencia les hubiera proporcionado un camino hacia la perfección, y ahora la usaban como una vil herramienta desesperada” en El fin. O en El mosquito de la conciencia, metáfora de cómo transmitir el conocimiento. Homenaje a Julio Cortázar en El Templo azteca para en una recreación onírica sobre el miedo y la soledad.
Eduardo Martos deambula en un mundo de sueños, de Naturaleza, a veces grata y muchas otras cruel, una realidad sombra de muchos pensamientos, con temas recurrentes: la conciencia, la muerte, la identidad, la soledad, la locura, la violencia, el terror, el vacío, la confusión, la culpa, los desconocidos, los extraños, el dolor, la palabra, el olvido, el recuerdo, la ausencia, la rabia, la ira y la denuncia social. Emociones y valores que forman parte de la esencia de las personas, transmitidos con muchos simbolismos, metáforas y paralelismos con la Naturaleza, propiamente dicha, perros, insectos que pueblan algunos relatos, reptiles…escenarios como el mar, cuevas, montañas, cementerios. Y por supuesto la realidad.
Con una narrativa directa, sin tapujos, pero sin rayar la vulgaridad, muchos relatos en primera persona y otros con un narrador que se implica en la historia. Referencias literarias a Shakespeare, HeráclitoZorrilla Cortázar
Un libro que deleita y pone en jaque a la mente, para reflexionar y hacer un trabajo interior sobre nosotros mismos. Un libro pequeño con un gran contenido, que se puede abrir por cualquier relato, aunque hayan algunos conectados entre sí.
Yo que me considero defensora de este tipo de libros, relatos cortos que no cansan al lector en historias, que en una novela larga estaría llena de giros forzados por querer hacer un libro, y que al final no tienen pies ni cabeza; este libro consigue enganchar al lector, para leer de un tirón cada uno de los relatos. Derrocha originalidad, mucho aire fresco, por las historias tan irónicas, paradójicas y surrealistas que describe. La exactitud de las palabras para expresar pensamientos. Muy recomendable para todos los que les gusten los relatos cortos y, aquellos que se dan un tiempo para la reflexión y el autoconocimiento. Personalmente me ha encantado por su desgarro a veces, su crueldad otras, y más aún, porque no te deja indiferente.
Destacar el fin benéfico de este libro, indicativo de la generosidad de Eduardo Martos.
Olvido
« Ojalá pudiéramos habitar la Luna algún día…»
─ ¿Qué lees?
─ Viejas leyendas de la vida en la Tierra”

 “El Tiempo encadenado a otros Tiempos”
Blog literario, reseñas
Eduardo,Martos, escritor

Un día más

Un día más


Blog literario, relato
Un día más. Relato, depresión, tristeza, apatía, dolor, tristeza, muerte, pensamiento, emociones
Hoy es el Día Mundial de la Depresión, quiero aportar un granito, para la comprensión de esta enfermedad que menoscaba la vida de millones de personas. Quizás, para muchos que podáis leer esta entrada no vaya con vosotros o, simplemente ni la consideréis una enfermedad. Pero puedo asegurar, afirmar y confirmar que es tan cruel como un cáncer y que mata, mata millones de personas que solo viven en la oscuridad de su pensamiento. También se cura, con ganas, motivación, persistencia, constancia, comprensión y amor.
Puedo afirmar y confirmar qué, para mí, escribir es mi motivación, mi energía, mi disciplina.
No prejuzguéis a los enfermos de depresión.
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 Tengo la certeza de que nací ya así. ¡Sí! de esta manera, como explicar: triste y sufriendo. Me declaro sufridora, sufridora de la palabra dicha, de la no emitida; sufridora del gesto explícito y del que no se ve; sufridora de tan solo dar un paso y, cuando parada miro al horizonte. Tanto dolor provoca en mi alma cualquier insignificancia, que desborda mi vida. Así nací, crecí y a estas alturas de mi vida, creo que moriré. Algunos pensarán que vaya desperdicio de vida, posiblemente, pero también, puedo afirmar que a pesar de ello, vale la pena.
Es esta tristeza, quizás melancolía, o tal vez nostalgia de todo lo no vivido la que envuelve, como en un regalo con cintas de seda y colores, mis días. Días, tantos días, cuyas mañanas se inician con el cansancio de no querer abrir la ventana al sol, de no mirar por el balcón el transitar de la gente acelerada por el tiempo o aquellos que en su ocaso, pasean sus últimos días. ¡Sí! así empiezan muchos días, con la pereza enganchada a la piel, la apatía de ser y no estar. Mas, empujo mi trasero con una patada de judoca, para salir de mi cama, fría como el mármol, pues en muchos de mis sueños el colchón se convirtió en lápida. En fin, dejo reposar las sábanas mientras arrastro los pies a mi escritorio, ¡pobre, lo que debe aguantar! Ya está acostumbrado al desorden de mis ideas, a mi media sonrisa forzada por los buenos días, y a exprimir las teclas de mi Pc con la rabia de querer y no poder. Un alarde es para mí, muchas mañanas, mantenerme en mi silla aposentada más de diez minutos, sin la desesperación de responderme ¿vale la pena? ¿Vale la pena el trabajo de acallar mi conciencia?, ¿vale la pena respirar el aire corrupto de tanta infelicidad?
Muchos opinan, dicen, critican, juzgan e, incluso censuran mi vida, respondiéndome ─ ¿De qué te quejas?, lo tienes todo, no tienes problemas. O me dicen ─Estás así porque quieres. Y ante tales preguntas, ante tanta respuesta, mi impotencia crece, un globo heliooestático que toma altura a velocidad supersónica, sin saber ni encontrar las palabras adecuadas y exactas, para explicar que sucede en mi interior, las charlas que se producen entre la mujer realista y aquella idealista, que nunca encontró su lugar. Y así transcurre la mañana entre la amargura de no encontrar el emoticono que me saque una sonrisa y la pena de no aprovechar más y mejor los minutos. Es a las doce del mediodía, la hora del Angelus y del Ave María, cuando con el corazón en un puño, encogido por el dolor y ahogado por la falta de aire, decido recostar mi cabeza en el sofá, para dar tregua a tanto pensamiento vacío de buenas ideas y a una lengua agotada de no hablar. Y es que las paredes tienen una conversación muy aburrida, no suelen leer libros, aunque en ocasiones escriban en sus muros, palabras inconexas y sin sentido: un te quiero a algún fantasma, que de vez en cuando, hace acto de presencia. También suelen garabatear «no existo», jajaja pienso ¿será una sentencia profética?
En fin, mi cabeza descansa ante tanto desgaste de no hacer nada, y mis piernas inquietas por salir a correr por un camino sin fin, aceleran mi pálpito, buscando el límite de mi respiración.
Intento distraer mi mirada con algún libro o, simplemente, con la televisión esa caja tonta que de tonta tiene poco, educando una sociedad oxidada por la apariencia. Pero no hay más aburrimiento que mirar y no ver, leer sin entender, así que a poco de dos líneas un sueño desgastado por la noche de insomnio, hace acto de presencia para consumir el mediodía y parte de la tarde, en dosis de duermevela.
Entre cabezadas, amodorrada por la soledad, se despierta alguna idea que escribo en mi libreta de páginas cuadriculadas como mi rutina. Escribir, un acto que fatiga mis dedos al extremo de anquilosar cada falange a golpe de tecla. Es el dolor de aporrear el ordenador a base de comunicarme con el exterior, quien me recuerda que no vale la pena. No vale la pena hablar sin decir nada; no vale la pena intentar ser invulnerable a cada ausencia o superar este enfado que se desdibuja en mi boca por tanto olvido.
Lo peor de todo es la noche, que intenta aferrarse a una razón para seguir existiendo un día más. Cansada ya de las horas de vacío en el estómago, de dolor en mis huesos, de aprehensión en mi corazón y del tormento de mi mente; ahueco mi alma en mi colchón marmoleo a la búsqueda del sueño eterno.   
Blog literario, relato
Un día más. Relato, depresión, tristeza, apatía, dolor, tristeza, muerte, pensamiento, emociones

Manos vacías

Manos vacías

Blog literario
Manos vacías, poesía, versos, sentimientos, amor, desamor, amistad,
He perdido las palabras,
guardadas en el bolsillo,
mas, un agujero tiene,
y por él
dijeron adiós.
No improvisaron la huida,
sólo
querían libertad.
pues prisioneras eran
de mi arrogancia.

He confundido la amistad
de quiénes tantean
mi solidaridad,
en pro
de su vanidad.
Ahora, huyen
enarbolando
banderas de realidad.

Se corrompe mi vista
ajustando la mirada
en la lejanía de los días,
sin tregua,
al deje de mi tristeza
titilando en mi rostro.

Ya no escucho tu voz,
se disipó,
en el humo de tu cigarrillo,
consumido,
en mis lágrimas,
apagando la llama
de un amor muerto
antes de nacer.

Tengo las manos vacías,
palabras fugitivas,
amigos enemigos,
amor muerto;
entre los dedos
se escurren
al lodo de mi vida.