La esquina de siempre, de Dolores Valentino
Mira el filo de las calles donde tus pasos de agolparon en las tardes sofocantes y ahí está la esquina doblada como un pañuelo entre la acera.
Ella retiene cada palabra que se asoma en su mente antes que el tiempo se encargue de borrarlas.
Pasan apurados los vuelos de los pájaros.
La gente y el bullicio riman en forma de verso. Y en el pentagrama del día se acomodan las notas que solfeara el silencio .
Bebe el café caliente en la esquina de siempre.
La media luna se ahoga en su boca dejándole dulce el dedo índice que trata de salvarla, empujándola, al vacío de la garganta oscura, sin sonidos .
Se le quema el paladar, le duele, como le duele el corazón que se hierve en la taza de café con leche.
Esperará el otoño los días amarillos, las lunas almendradas y los árboles ocre .
Sus ojos miran …
El fondo de la taza en el bar, vacía.
En la esquina de siempre.
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