La Princesa Yasevé

Blog Literario, desde el rincón de los olvidos

viernes, 7 de abril de 2017

El desconocido, un sueño

El desconocido, un sueño

Blog literario, relato
El desconocido, un sueño. Relato.
Domingo, de un mes de abril, de una primavera nostálgica.
Querido desconocido.
Me levanto esta mañana de mi cama, aún caliente de mi cuerpo, éste que necesita de un abrazo y mil besos, con el regusto en la boca del dulce de un sueño agradable y el amargo de un despertar incierto. No recuerdo, el desfile de imágenes que la noche emite en mi cerebro, mientras yace en conexión con mi colchón, una simbiosis creada a base de quietud y mucha melancolía, nacida de la soledad, que aún buscada, en ocasiones acecha a golpe de martillo, para abrirme un boquete, en medio del corazón.
Miles de imágenes, que en blanco y negro aparecen y, al segundo, desaparecen para tocar en el timbre de mi cerebro, la atención a su significado. Se pasea el momento en que, tú, en una llamada de teléfono me dices ─ ¡Hola!, para inmediatamente, señalar que mi voz es dulce y aniñada. Quizás, me quedé en un tiempo, que no pude vivir, entre muñecas y juegos, por necesidades de otros adultos que reclamaron, mi peaje a la vida antes de saber en qué consistía. Mi respuesta a tu observación, se congela, en esa cadencia grave y elegante de tu voz, sensual, que envuelve tus palabras en un juego de seducción, del que deseo formar parte. En mi cabeza, un segundo de ese recuerdo, para inspirar de inmediato otros, en mensajes de buenas noches y buenos días. Palabras aparentemente inocentes, que,  entre líneas, delatan enamorarme de un desconocido fotografiado en modelos de revista. Son esas misivas mañaneras que dibujan la sonrisa en mi rostro, pálido y anquilosado por la rutina, y las que me hacen cosquillas en mi estómago, quinceañera de más de cuarenta. Y es que, no hay mejor crema nutritiva y antiarrugas, que un baño de sensualidad ofrecido por un anónimo.
Mi noche avanza en la quietud del cuerpo del delito, en el mismo lugar y hora, sin mover una ceja, por temor a caerme de la cama. ¡Cuántos miedos albergo, sin yo saberlo! A pesar de ello, tú mi desconocido, no te confundes y apareces en cada fotograma para que no olvide, el tacto de tus dedos, cuando decidimos conocernos, y jugando a la gallinita ciega toqué tu mano firme y suave, y en ese roce nos enredamos en un beso largo y eterno. Y continúa el pase de imágenes, entre luces y sombras, la luz de tu mirada y la sombra de mi confusión, en el garito donde concertamos nuestro reconocimiento, música de moda para hacer vibrar los cuerpos al son de sus notas y, acercar nuestros cuerpos cimbreándose el uno en el otro. Un leve estremecimiento en mi sueño, un escalofrío recorre mis brazos, mis piernas, pensando, como la yema de tu pulgar se pasea por mis labios rojo pasión.  Es ese instante que deseo guardar en mi cajita de secretos, la que escondo en el fondo del cajón de mis recuerdos, para abrir cada cierto tiempo, y disfrutar en la añoranza de las gotitas de esencia que perfuman mi cuello. Y es que necesito esas fragancias, cada día, para olisquear la vida, con el gusto del buen paladar y mejores aromas. No puedo remediar perderme en las personas, por ese olor que desprenden, de ello imagino sus vidas.
Y en el frenesí de besos y caricias bajo la blusa, ensueño, ese momento que una simple llamada de teléfono nos convierte en dos fugitivos huyendo de la realidad, para encontrar refugio en la imaginación. No hace falta nombres ni apellidos y, menos, el DNI, pues sería más fácil ser retenidos por policías, vigilantes de la moralidad. Entre una copa y otra, nos decimos lo justo y necesario para abrir nuestros corazones a la llamada del amor. Transcurre la noche, entre el sueño y aquel momento de verdad, y la mañana aparece con la ternura del amante después de una noche de intenso sexo, mientras el teléfono susurra.
  ─ ¡Hola, buenos días!, ¿te despierto?
Ahora sé que los sueños son verdad y nunca imposibles.
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El desconocido, un sueño. Relato

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