La Princesa Yasevé

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sábado, 1 de abril de 2017

La isla de Trébola

Reseña: LA ISLA DE TRÉBOLA de Merche Maldonado.

Blog literario, reseñas
La Isla de Trébola, fantasía, aventuras, amor
“únicamente somos uno de tantos seres que intentan sobrevivir a la mayor depredadora, la naturaleza, que es la amenaza más poderosa a la que debemos tener. Ella puede ser amable y dulce, pero, también, es cruel y despiadada. No avisa, ni advierte. Cambia a su antojo y nos pica con su aguijón traicionero con rabia. Somos unos forasteros que no han aprendido la lección”  
Cuando Merche Maldonado me ofreció su libro para su lectura, no supe bien que me iba a encontrar. Aun leyendo su sinopsis, me sentía desconcertada y confundida ante su contenido. A veces nos dejamos llevar por una portada, o simplemente, por unas frases que no te desvelan demasiado, conjurando “algo” desconcertante. Llegado el momento de su lectura, apliqué el consejo que mi querida Thelma García de El Escritorio del Búho, me dio en una de nuestras conversaciones: “ante una lectura, ves con la mente en blanco, vacía y, llénala de lo que lees”. Ante la premisa, me dejé llevar.
La Isla de Trébola es una fantasía, un cuento largo donde se pone en tela de juicio muchos aspectos y valores que se han desvirtuado en nuestra sociedad actual. Su autora con mucho tacto, delicadeza, un lenguaje impecable y mucho sentimiento, nos traslada a una isla, enigmática, volcánica y repleta de misterios submarinos y, algunos de terrenales, cuyos únicos supervivientes son Yago y Blanca, dos seres, que, por accidentes de la vida, tienen una segunda oportunidad.
Blanca Roca, una mujer detective, víctima del 11 M, “parece dulce y simpática…aunque es un poco cortante y a mí me da mucho respeto…me ha demostrado que tiene mucha mala leche”, dura y tierna según las circunstancias, independiente y auotosuficiente, “siempre hace lo que le da la gana”, se encuentra sin buscarlo ni quererlo en una camilla junto a un desconocido, Armando Ruido, aunque todos lo conocen como Yago. Yago, profesor universitario, parapléjico, serio, solitario, su mundo son los libros y su “triste” rutina diaria. Ambos, una vez conscientes de su situación, no entienden porque se encuentran en una habitación rodeados de tubos. Y descubren que se pueden comunicar mentalmente. Viendo peligrar sus vidas antes las circunstancias, deciden huir y descubren que: “Somos dos extraños condenados a ser compañeros en una isla misteriosa”.
El instinto de supervivencia les hace aunar fuerzas, aceptar las circunstancias y adaptarse a un medio hostil, pues se encuentran abandonados a su suerte en una isla, náufragos de su destino. Pero no tan solo la soledad y el aislamiento es su mayor problema, sino los cambios físicos que sufren a lo largo del tiempo. A pesar de ello: “La vida siempre te sorprende. En esta isla, a pesar de los horrores vividos, sentimos cosas sorprendentes, y hasta me podría acostumbrar a pasar el resto de mi vida junto a esa mujer que se está mirando…” en palabras de Yago.
Los dos protagonistas descubren un nuevo mundo, donde el agua y el mundo submarino se ofrece como un regalo a una nueva vida, donde los valores terrenales como el respeto, la solidaridad, la generosidad, “en esta comunidad submarina todo ocupa su lugar y nadie se mete con quien no debe”, la amistad y el amor; adquieren otro sentido y otra dimensión, sin la corrupción de nuestra vida actual. A lo largo de la historia, ambos personajes, víctimas de un experimento científico verán transformado su cuerpo, metamorfeándose con la vida acuática.
El mar y la isla se convierte en su nuevo hogar, dónde cobijarse en la noche, saciar su apetito y reflexionar sobre la vida. Consiguen adaptarse plenamente al medio, se vuelven expertos nadadores, más Blanca que no Yago, se enfrentarán a calamares gigantes y otros miembros de la fauna acuática, mas, serán aceptados como iguales, por todos los seres marinos. Belleza acuática que les inspira a confiar el uno en el otro, su necesidad y dependencia emocional, convertida en amor, que crece conforme avanzan los días, y más aún, se acrecenta por los cambios físicos que sufren. Se hace realidad esa máxima de que “el amor es ciego”, nunca mejor dicho. Un mundo donde la apariencia da paso a lo emocional, dejando de tener importancia el aspecto físico.
Serán estas transformaciones físicas y, a la vez, mentales y emocionales, la catarsis necesaria para que ambos personajes huyan de ser descubiertos por la civilización. De la misma manera que la isla por los cambios climáticos y geológicos sufre constantemente, huracanes, erupciones volcánicas alteraran el aspecto de la isla. Pero a pesar de ello, seguirán viviendo en esa isla de fantasía que es, Trébola:
“Una nueva isla subterránea resplandece y el único espacio seco se encuentra casi tocando al techo en una especie de buhardilla. Todo es precioso y observo los ojos de Blanca reluciendo como las mil estalactitas que nos hacen de lámparas…una ciudad sumergida llena de vida y color”.
Blanca y Yago se transforman y se mimetizan con el escenario, viven en su mundo que lo han hecho propio, un mundo donde no cabe nadie más, el lugar en el espacio y en el tiempo para vivir su historia de amor, contemplar sus cuerpos y fluir en el sexo, como una necesidad primaria. La dependencia del uno en el otro, no impide que por un lado Blanca, más impetuosa y aventurera se lance a descubrir nuevos “amigos” acuáticos. Y el sentido de protector y de “macho de la manada” mantiene en alerta constante a Yago. Para reencontrase y compartir momentos y pensamientos.
“Ahora tengo a alguien afín, no quiero a nadie más. Los dos nos bastamos para ser felices, no puedo consentir que nadie me arrebate lo único que he querido de verdad en mi vida. Además, soy correspondido y mi ego hace que no tenga frío ni me hagan faltas mantas…Somos especiales y estamos unidos para siempre”.
Merche Maldonado con una prosa narrativa muy cuidada, con cierto toque poético, referencias a nombres científicos del mundo submarino, acercando al lector esa fauna que conocemos. La originalidad, en mi opinión, es la forma de narrar la historia. Serán ambos personajes, cada uno por su lado, que relatará como viven y perciben la realidad, explicarán sus pensamientos ante las nuevas situaciones y lo que recuerdan del pasado. Así tenemos una perspectiva más amplia de ese mundo que han creado y su realidad anterior. Ante un mismo hecho habla, por un lado, Yago, por el otro, Blanca. Mantienen muchos diálogos interiores, y por supuesto, la puesta en común. Se denota un aire intimista que embellece la historia. Y es que el ser náufragos inspira a la intimidad.
No puedo dejar de anotar, que además de los dos protagonistas, existen otros personajes que aún siendo, meras sombras, están presentes. Los ideólogos de dicho experimento, en una palabra, los malos.
Una historia que se lee fácilmente y de una vez, presentada de forma original, dos perdedores y anónimos de la sociedad, que encuentran protagonismo en otro mundo de mayor soledad. Aventuras y mucho amor, dos extraños que se encuentran para saborear la sencillez de la vida, los pequeños detalles, los momentos y el tiempo. Más allá, del estrés actual. Una lectura para olvidar la rutina diaria, interiorizar en nuestros sentimientos y saborear la esencia de la vida. Descubrir que la Naturaleza tiene sus normas, y los humanos no podemos ni debemos saltarlas, sino respetarlas. Un cuento para bendecir la ecología, la comunión del hombre con el mundo marino, y desechar esos experimentos que intentan alterar la naturaleza humana, sin prever sus consecuencias. Un libro muy recomendable para todo tipo de lector, más, para quien busque relajación y olvidar los problemas cotidianos.  
“Me envuelven como si fuera un sol, haciendo que mis ojos vean en primera línea el espectáculo de la vida
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Merche Maldonado, escritora

Enlaces:

Amazon La Isla de Trébola
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