La Princesa Yasevé

Blog Literario, desde el rincón de los olvidos

miércoles, 18 de enero de 2017

Don Isidoro

DON ISIDORO de Celia Velasco-Saorí

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¿ Recuerdan la película ” CADENA DE FAVORES“? Es el primer recuerdo que me vino a la memoria, una vez finalizada la lectura de DON ISIDORO. Pero vamos por partes.
Celia Velasco nos presenta a Don Isidoro Mendizábal , un señorito de la posguerra venido a menos en la España de 1988, tiempo en el que transcurre la novela. Hijo de una familia acaudalada del Madrid de los 30″, el estallido de la Guerra Civil Española (1936-1939), cambiará su destino como a tantos españoles. Tras la muerte de su padre, exilio a París y vuelta a Madrid junto con su madre Remedios Blázquez vivirá plácidamente hasta la muerte de aquella.  Pero posteriormente, “se convirtió en un hombre pobre, a la vez que un pobre hombre, que arrastraba el peso de muchos años de abusos a sus espaldas.”
Dilapidada la herencia familiar, tan sólo le resta un edificio de cuatro pisos cuyos arrendamientos le mantienen en una precaria, economía debido a sus excesos del pasado y las deudas contraídas. Es curiosamente los inquilinos que comparten el edificio juntamente con Don Isidoro los protagonistas de esta novela. En el edificio conviven:  Don Isidoro que ocupa el ático: el matrimonio de porteros, Matilde y Julián; en el primero la pareja de Gustavo y Álvaro; doña Concha y Luisa, su asistente en el segundo; las tres amigas, Pepa, Paqui y Lupe en el tercero; en el cuarto el matrimonio de Eusebio y Anika.
Serán éstos personajes junto con la dueña de Las Palomas, Angustias y sus chicas, lugar de refugio en las noches de Don Isidoro; y Ramiro “Ray”los “sufridores” de sus historias. Ven en él a un pobre viejo que se hace querer y necesitado de afecto y cariño. Por ello le escuchan, le ayudan económicamente y sobretodo le ofrecen su amistad cómo si de un familiar fuese.
“… Isidoro se llevaba muy bien con el resto de los inquilinos de su edificio. Concha era para él más que una vecina. Las tres chicas del tercero y los dos jóvenes del primero eran como sus nietos, y en cuanto a los porteros, siempre atentos a sus necesidades, le trataban con gran respeto y cariño.”
Pero más allá del recuerdo del pasado, existe un presente; presente no menos duro para los habitantes del edificio. Cada uno tiene sus miserias y necesidades, y como en un acto de bondad altruista, todos ellos se ayudarán mutuamente. Será Don Isidoro el nexo de unión entre ellos. Con unos Isidoro comparte tardes de cartas y conversación, con doña Concha; fantástica la conversación sobre la copla y el cuplé.  Las noches son de las chicas de Las Palomas y Angustias, rememorando momentos de la guerra  y sobretodo de las penurias de la postguerra. Otras tardes le visita Pepa, ésta comparte su presente y sus temores. Sin olvidar a Eusebio y Anika  que verán un futuro tras la ayuda de Don Isidoro.
Distinguiría dos partes en la novela. Una: donde el protagonista total y absoluto es Don Isidoro, estancado en su pasado; en esta parte Celia hace un alarde de descripción hasta el detalle de la ciudad de Madrid; de personajes relevantes con quien se codeaba don Isidoro; de momentos históricos que marcaron un antes y después en la historia de España y del mundo en general en boca del protagonista. Y una segunda parte, donde se dinamiza el ritmo de la narración y cobran protagonismo las historias y realidades de los demás miembros del edificio. Cada uno aportará alguna acción, palabra o sentimientos hacía los demás, y en una cadena de favores responderán.
El escenario de la novela es propiamente Madrid y el edificio, excepto cuando se evoca el pasado que viaja por otros lugares evidentemente. También se localiza en el Sur de la península por los acontecimientos presentes que viven algunos de ellos. Celia narra en tercera persona observadora, pero recurre constantemente a la primera persona, para enfatizar sentimiento y emociones  que relatan los protagonistas. No describe a unos personajes victimas de sus circunstancias, todo lo contrario. Cada uno de ellos es un héroe anónimo en su realidad. Por encima de todo Celia transmite que , existe la bondad de las personas, el altruismo, la amistad, el amor y el perdón.En palabras de Don Isidoro ” No te importe cómo te sientas en este infierno, y sé fuerte. Tenemos que levantarnos cada día con la idea de que lo mejor está por venir. La vida es demasiado corta para malgastarla odiando a los nacionales. Si no te reconcilias con tu pasado, enturbiarás tu futuro. Aprende a perdonar a esta gente como hizo Jesús en su cruz. Y piensa que el tiempo cura todos los males. Cualquier situación, por mala que sea, puede cambiar cuando menos nos lo imaginemos. No podemos abandonar por miedo, porque eso es lo que quieren”.
Un relato que trae a la memoria sucesos del pasado más reciente, para explicar el presente:“Cuando volvió a quedarse solo, Isidoro pensó en la importancia que tenía vivir el presente, pero siempre sin olvidar los acontecimientos del pasado.”
Con un lenguaje elegante sin caer en la vulgaridad de lo escabroso. Un canto a la superación personal, sin caer en el victimismo, y al respeto hacía nuestros mayores. Por último parece ser que es cierto, la manida frase“se recoge lo que se siembra” y Don Isidoro recoge el afecto y cariño de su “familia” adoptada.
Un libro para saborear poco a poco y deleitarse en sus detalladas descripciones.
celia1                                                                             Celia Velasco
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