La Princesa Yasevé

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martes, 17 de enero de 2017

Los ojos del mar

Reseña: LOS OJOS DEL MAR de Alberto Guaita Tello

Blog literario, reseñas
Los Ojos del Mar, fantasía, magia africana
“Lo único que puede hacer salir al animal de su escondite es el agua de la lluvia” 
Bamoun: Camerún
 Siempre que escucho o leo el nombre de África, un sentimiento de contradicción se concentra en mí. Por una parte la magia y la belleza en imágenes, sobretodo gracias a National Geographic y a películas como Memorias de África. Por otro lado, la míseria y  la violencia que nos muestra los noticieros. Pero siempre un gran desconocimiento y distanciamiento  de ese gran continente que tan cerca tenemos.
Alberto Guaita nos transporta a toda esa África, en concreto a Camerún, donde se reúne la magia, la belleza, las leyendas, pero sin olvidar la violencia, la pobreza, la estructura tribal chocante a nuestros ojos. Todo ello a partir de un cuento, largo, aunque por definición no se ajuste.
Cuento: “Narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos.”
Porque hay muchas maneras de entender los cuentos, desde mi concepto, aquella narración imaginaria llena de fantasía y magia que domina sobre la realidad, y cuyos personajes transmiten valores y aprendizajes. Y es eso lo que Alberto ha pretendido en Los Ojos del Mar, traer lo mejor de  África al lector sin obviar la cruda realidad.
Fanya, en mi opinión, más que la protagonista es el hilo de unión, el punto de referencia, donde nace esta historia; es abandonada por su madre, criada y educada por su abuela Simone, curandera del pueblo ambas deben sortear los obstáculos que les imponen el “marabú” o brujo Bilal el Grande y madame Oyono, mujer del porquero. Por un lado la avaricia y codicia del primero, por sentir en peligro “su negocio”, por otro el deseo de la porquera  de casar a Fanya con su hijo mayor.
Pero Simone y Fanya no están solas, junto a ellas, Malaam un relegado, marginado y deshecho humano para el pueblo, por las secuelas que la lepra dejó en su cuerpo y por temor a contagiarles.  Cuya lealtad y fidelidad a quienes le acogieron, protegieron y aceptaron como uno más, son sus pies y manos para mantenerse al lado de abuela e hija.
Una mañana cuando los tres se adentran en los mangleres para la búsqueda de todo tipo de hierbas y algas, forma de crear las medicinas de Simone, encuentran un “ser” extraordinario por la belleza de sus ojos y la magia que desprende. Es Man Kenguele o Sharduk. Necesitará de los cuidados de Fanya y Simone  para curar sus heridas. Será cuando surge el amor entre ambos jóvenes. De este amor nacen Ciel y Etienne, aunque Sharduk por sus condiciones y sus circunstancias debe abandonar a Fanya antes del nacimiento de los mellizos.
A partir de aquí vemos crecer a los hermanos, las dificultades a las que se enfrentan Fanya y Malaam frente a la venganza, avaricia y prejuicios del marabú, el pueblo y la porquera. Convencionalismos y prejuicios que es común a todas las sociedades, pero que se agranda en una cultura donde la mujer se relega en el último eslabón social.
Paralelamente el autor no deja de seguir los pasos de Sharduk, mientras éste, indaga el pasado de su pueblo y un lugar propicio donde reunir a su amor. Un mundo paralelo a la selva y los manglares, un mundo fantástico  donde también existen las guerras de poder entre mecanistas e indistingiubles, diferentes categorías de personas, privilegios y desdichas.
La fuerza de esta historia, al margen de la belleza de la tierra africana que nos transmite el escritor y la magia en forma de fantasía,  bajo mi parecer radica en la fuerza y el papel que desarrolla cada personaje. La responsabilidad, el sacrificio, y tristeza de Fanya, la lealtad, la protección a pesar de sus condiciones físicas, y la cordura de Malaam. La sabiduría de Simone, la dulzura y maternidad de Alice, la maldad y codicia de Bilal el Grande, el dominio y manipuleo de la porquera, el desinterés  del jefe del poblado, Ngoma,  la amistad, honor y  fidelidad de Lucas. La fortaleza física y tenacidad de Etienne, la inocencia, confianza y  belleza de Ciel.  Sin olvidar el heroísmo, el amor y justicia de Sharduk, pero también sus miedos.
“Miedo, emoción alegría extrema, pena profunda, deseo de abrazar, de tocar y ser tocado, deseo de huir, de correr hacia ella. Todo se agolpaba en su interior con tal presión que sentía que las emociones colapsaban su ser entero”
Alberto Guaita juega con las palabras cuya importancia es crucial para crear belleza prosaica, y lo consigue, pero sin  dejar de mantener al lector en tensión, por saber cómo se desencadena todo. Pues los giros son continuos para crear ese ambiente de fantasía, el misterio y la magia. Alterna al narrador en tercera persona con la primera persona de los personajes, en especial de Sharduk, dando dinamismo a la narración. En algún momento me he sentido en un juego de rol, sobre todo en las partes donde la fantasía domina.
Una historia original y singular, la mezcla del mundo africano con un mundo paralelo donde la “ciencia-ficción” toma otro sentido con  puertas de acceso . Un libro de emociones donde la luz del verde esmeralda, de las luciérnagas y las libélulas tocas y ves. Donde los sentimientos más loables del “hombre” nacen, pero también pueden morir en los peores. Valores como la familia, amistad, fidelidad, confianza y lealtad se transmiten. El amor en mayúsculas, no solo en la pareja sino a la vida. Muy recomendable para quienes busquen la fantasía y el misterio en un ambiente muy diferente al habitual. A mí me ha gustado mucho. Señalar que el público de habla inglesa ya pueden disfrutarla.
“-No, el amor no muere, hija mía, morimos nosotros. La vida y el tiempo nos mata una y otra vez.”
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Alberto Guaita Tello, escritor

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