PECADOS

Perdóname mi Dios, ése que me cobija en su seno , siempre que voy a tu encuentro.

Confieso mis pecados capitales flaquezas de un querer muerto antes de nacer.

Blasfemé, Dios, tu nombre, arrogancia mía de creer ser la diosa de sus sueños. Soberbia de mujer encantadora de deseos. Vagué en su alma como víbora zigzagueante absorbiendo cada gota de sus lamentos. Culpa mía

Quise poseer aquello que nunca fue mío, mas otras ya lo gozaban, y yo envidiaba. Deshecha en rabia buscaba mi venganza deseando la desdicha de sus amores. Mas él reía de mi dolor como payaso  en un circo de lujuria de palabras

Mi ira encendía y yo corría tras él. Ya no era diosa, sino demonio de su olvido. Suplicando clemencia por yerrar en sus anhelos. Ángel caído fui al averno de su recuerdo como diantre en la cueva del infierno.

Mi purgatorio construí para penar mis pecados, uno de cristal quebradizo a su llamada. Mientras,  yo en orgía de locura saciaba mis anhelos de él husmeando el mapa de su vida.

Comí, bebí rociando de aceite y fuego sus desprecios. Mas ellos alimentaron la gula de versos. Ésos que vomito en líneas de pensamiento, creciendo en mi el deseo de tragarme la vida en un momento.

¡Oh Dios! Ya no soy yo, dormir sólo quiero en tu lecho.

Confieso y peno mis vilezas, ya que duelen como navajas en el cuerpo. Pecados que sacian el placer de saber de él.

¡Oh Dios! Condéname o perdóname, no me dejes en el limbo  del descrédito.

Condenada, vagaré en la profundidad del infierno. Mas si perdón me das, tragaré mi dolor.

Perdóname Dios, vivir quiero, veo tu luz en la lejanía, y me da la esperanza de amores venideros.

¡Oh Dios! Condéname o perdóname