La Princesa Yasevé

Blog Literario, desde el rincón de los olvidos

jueves, 19 de enero de 2017

Tu ángel

Tu ángel

Blog literario, relato
Tu Ángel, relato
Me abriga el frío mientras  contemplo como arrecia la lluvia en mi ventana, sólo tu recuerdo me mantiene en la cordura de no derramar más lágrimas por una quimera imposible que estremece mi demencia. Tus ojos chicos, filibusteros de muchas miradas, me rastrearon, como el lobo buscando su presa para alimentar ganas insatisfechas, cuando abriste la puerta, y prendidos en las manos, sin más palabras, que un simple –Hola. Nos arrastramos al sofá que esperaba  abrazarnos en sintonía con nuestros cuerpos que exudaban los besos que aún no nos atrevíamos a dar. Cinco minutos de cortesía mientras nuestras manos entrelazadas respiraban los deseos que en silencio se escapaban en cada dedo. La tensión aumentaba entre los dos, – No te imaginaba así tan…tan dulce, fueron sus palabras. Claro, un hombre como él sólo podía esperar a una mujer que con tacones de aguja pisa su pecho para dejarle la huella del sexo rápido y fácil, ese que se mantiene en 50 centésimas de segundo de polvo apresurado, un hola y un adiós al mismo tiempo.
Allí estaba yo ante ti, conversaciones de teléfono nos unía en un destino por decidir. Labios rojo pasión recibían tu boca que como dulce de almendra impregnaba su sabor. No hubo más palabras, sobraban, todas estaban dichas, solo cabía nutrir las entrañas que devoradoras ansiaban  nuestra pasión. Besos, más besos, tu lengua jugando con la mía a la hora del recreo mientras al escondite inglés me buscaba, – 1, 2,3,4….10 te pillé ahora eres mía, y desabrochabas mi vestido camisero, que dejaba poco a la imaginación, pues más corto no podía ser; quería lucir mis encantos en mi pequeñez, mi sensualidad que en duelo se batía con todas esas mujeres que en belleza y sexualidad tenían su marca en tu piel.
Se deslizó mi vestido y me escabullí en tu pecho para percibir el ritmo de tu corazón en el momento que mordisqueaba tu pezón. Sin protocolos examinamos la transparencia del deseo. Fue cuando en ese instante me dijiste –Eres un ángel, y mis mejillas ruborizadas respondieron por mi voz. Muda, así estaba yo, en silencio seducida por tu vida, y tu voz, tu voz no puedo olvidar esa voz masculina, grave que me construyó un castillo de naipes.
Conducidos por el delirio que creció en proporción a nuestros secretos, acabamos en tu cama bajo la penumbra de una ventana que escondió los misterios que se resolvieron entre las sábanas.
Tu tacto sutil acariciaba mi alma, y estremecía mi vientre – Nadie me había tratado con tanta delicadeza – fueron mis palabras, más besos tu respuesta. Sabías de mi timidez, mis miedos a desnudar aquello que daña mi mente, y poquito a poco, muy poquito a poco, sin violencia, abrazada a tu cintura, me ensañaste que mis sesos se equivocan, enfrentaste mi imagen en el reflejo del espejo que velaba nuestro encuentro. Y cogida de tu frenesí me miré, me descubrí en tus embestidas mientras el colchón se quejaba de nuestras sacudidas, y me encontré en el destello de tus ojos chicos, estrellas en solsticio de verano. Llamaste a la parca para que desterrara mis temores, mis inseguridades y mis inquietudes a la puerta del infierno, y gritaste al cielo –Princesa has convulsionado mi corazón – De amor quise morir en ese instante, y  besé hasta tu sombra que se había perdido en las sábanas negras de aquella cama que cobijaba desengaños y desamores.
Me pediste caminar desnuda en desfile nupcial para llenarte de mi desnudez y diseñarte un traje  a medida. Frente a frente, cara a cara, locos por el afrodisíaco de nuestros fluidos volvimos a sucumbir en palabras que agitaban nuestro sexo y hacían vibrar nuestros sentidos. Nací y morí allí contigo, en tu lecho sabiendo que había tocado el cielo, y había caído al infierno del Amor, aquél que prometimos no visitar, cada vez que en mensajes de whatsapp se presentaba.
Y te extraño mientras por la ventana arrecia la lluvia en tormenta de otoño, anunciando mi noche de insomnio, mientras tú, fugitivo, no quisiste mentir para alegrarme mi vida. Sincero en tu verdad, sabe amarga en mi boca, aferrada a la esperanza de encontrar tus ojos filibusteros en algún tramo del camino.
Un instante, un momento, un encuentro para colgarme en tu pensamiento, maestro de conquistas y aprendiz del compromiso.
Me enseñaste tanto… Y siempre seré tu ángel.
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Un ángel, relato

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