La Princesa Yasevé

Blog Literario, desde el rincón de los olvidos

jueves, 19 de enero de 2017

Reflexiones blogueras

REFLEXIONES BLOGUERAS

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Hoy es de esos días que sientes en tu interior un sabor agridulce en una boca acostumbrada a ingerir todo tipos de alimentos. Según dicen los profesionales debemos alimentarnos para que nuestro cuerpo funcione, se active y actúe; para algunos todo muy repetitivo, sinónimos. No quiero divagar, de la misma manera que alimentamos el cuerpo, también es necesario alimentar la mente más metafísica.
La mente, el alma, nuestra esencia de persona se nutre en gran parte de lo que aprendemos, no entraré a la eterna discusión en referencia a que nacemos con un importante bagaje de conocimientos. Desde el momento de nacer observamos, escuchamos y grabamos las primeras palabras de nuestros padres, la cara de la madre…Y a los pocos días identificamos y sabemos quién es quién. Crecemos, vamos a la escuela aprendemos matemáticas, lengua e incluso ciencias naturales. Y nuestra mente va asimilando, guardando y desechando conocimientos. Realmente es muy sabia, ya que archiva en el bolsillo del olvido mucho de lo aprendido.
Una vez llegada a la etapa adulta  una mínima parte de lo asimilado, es aplicado en nuestra vida profesional  y  personal. Concluyendo aprendemos más de lo que creemos pero olvidamos con la misma facilidad que tiene el humo en desvanecerse en el aire.
Toda esta reflexión viene al caso de una “polémica” sobre la función de los blogueros reseñadores. En el momento que tuve la oportunidad de reseñar un libro fui consciente de mis limitaciones al respecto. Yo no soy una “crítica literaria” que cobra por valorar un libro, un artículo o una obra de arte. Al crític@ literari@ se le exige conocimientos en literatura, saber distinguir las partes de un libro, gramática, semántica, análisis etc. No ser complaciente con el escritor, la objetividad como principio y la justicia en su opinión. ¿Y a un reseñador bloguero?
Para empezar yo no me gano la vida reseñando libros, todo lo contrario, invierto mi tiempo en escribir de la mejor forma posible una reseña. Leo un libro intentando ser objetiva respecto a prejuicios adquiridos, Es aquí cuando nuestra mente actúa por libre y nos trae a primera línea aquellas ideas preconcebidas y en ocasiones no sanas. Vuelvo a divagar. Es decir abro un libro con la mente vacía, esperando que las palabras fluyan y se mimeticen en mis neuronas. Deseando que electricen mis emociones y que ericen mi piel. Si todo eso pasa, concluyo la lectura sabiendo que ese libro me ha gustado, que se lo puedo recomendar a un amig@ pero, hete aquí los gustos no tienen por qué coincidir. Ya sabemos que la belleza es relativa, cada persona asimila, observa y valora la belleza según su opinión. Y claro, opiniones hay como individuos.
Así mi reseña es la interpretación de mis sentidos, la reacción de mi cuerpo ante un libro, intentando ser fiel a mi sensibilidad, conciencia y bondad. ¿Justa? Pues lo intento, pero vuelvo a repetir es “mi opinión” y lo que es “justo” para mí no lo será para ti.
Evidentemente no lo hago por hacer, por aburrimiento o por interés económico. Siempre he sido una gran lectora, en ocasiones ha sido una pura adicción, un refugio a momentos personales y siempre un aprendizaje, ya que, hasta del peor libro se aprende. Eso me ha dado cierto criterio para valorar si un texto está bien escrito, transmite o simplemente son palabras vacuas. Claro que me puedo equivocar, pero para ello está rectificar, pedir disculpas y aprender del error.
Un principio que suelo aplicar en la vida y más en esta actividad  es: “no se construye destruyendo “, así si un libro no está a la altura del tema, no tiene un buen estilo, es confuso en el argumento o no guarda una lógica en el tiempo y en el espacio, prefiero comunicárselo personalmente al escritor a hacer una reseña devastadora del mismo. Considero que yo no soy quien para destruir públicamente a un escritor ni a nadie, porque ante todo tengo “conciencia” y sé del esfuerzo, la ilusión y tiempo que dedican los escritores en sus obras. Tema aparte es sí todos los que escriben son “escritores” y sí todo lo publicado es “válido” para su lectura. Actualmente con las nuevas plataformas digitales cualquiera puede escribir y publicar, pero ello no significa ser “escritor”. Pero eso lo trataré otro día.
No creo necesario herir sensibilidades, aunque sí mantener ciertos criterios y principios para opinar y valorar sobre un libro, relato, blog…Y en principios soy fiel y leal. En mis reseñas sin tener que decir abiertamente si un libro me ha gustado o no, se nota por la intensidad y el tono de mi opinión. Me guardaré mucho dilapidar a nadie aunque, como digo, siempre comunicaré personalmente lo bueno y lo malo al interesado. Será esa persona la que dará el valor a mi reseña aceptando o rechazando mis conclusiones.  
Nuestra función “bloguera” es hacer partícipes al público en general, a quienes visitan nuestros blogs, de lo sentido y vivido con un libro, y cada cuál es libre para leer o no. Sin pretensiones de ningún tipo, es una actividad placentera y no lucrativa, todo lo contrario una forma de altruismo con las personas que nos leen.
Ante todo: LA LECTURA ES SANA, OXIGENA LA MENTE.

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