La Princesa Yasevé

Blog Literario, desde el rincón de los olvidos

jueves, 19 de enero de 2017

El parque

El parque

Blog literario Relato
El Parque, relato
Coincidíamos en el parque, cada mañana a las 7:45 bajaba las escaleras de mi casa, 66 escalones exactamente, cruzaba la acera, y allí se abrían las puertas de mi momento de intimidad, lejos de los artificios de una vida, que no estoy segura, haya escogido.
El parque es un vergel de Naturaleza, castaños, envuelven el otoño, hojas, aromas de tierra mojada y la humedad de esta niebla cotidiana que despega al mediodía. Esa niebla de cada día se ha mimetizado en mí, en mis pensamientos, pero a diferencia del día, ella me acompaña cada momento, sin darme tregua a ver la luz del Sol. Es curioso, la humedad se cala en mis huesos y el frío congela mi sangre, inmovilizando mis manos y mi lengua. Siempre cubre mi mente, es dueña de mi tristeza. Mas en el parque dejo que me acaricie en intensidad para saciar los deseos de la noche cuando la cama se hace inmensa por la soledad. Despierta la morriña que esta apatía encadena a un sofá, y desenrolla las palabras que se esconden en las paredes de mi pequeña casa.
Recito un poema que escribí en una noche de borrachera de insomnios, y en ese instante Él pasa a mi lado.
-Perdona, ¿me has dicho algo?
-No, recitaba un poema
-¿Lo puedes volver a hacer?
-¡Uy! ¡Noo! me muero de vergüenza
-Vale, entiendo, pero sonaba bonito y más con esa voz
-Gracias, buenos días.
Mi camino sigo, voy a la búsqueda de mi banco preferido, no sin antes girarme para ver como se aleja Él de mí. Un instante y nuestras miradas se cuelgan en nuestros ojos. Siento el deseo irrefrenable de besar sus labios. Se acerca, me acerco, nos acercamos y las bocas se besan. Un beso cálido, suave y dulce, hasta que nuestras lenguas se conocen y reconocen, explotan en júbilo juegan, bailan, saltan. Un minuto de beso y una mirada.
-Perdona no he podido evitarlo—me explica
– Yo tampoco, lo siento, algo me ha impulsado hacía a ti.
-Eres como la seda dulce y seductora, suave y embriagadora.
-Gracias, jamás me habían dicho cosas tan bellas.
-Lo eres, ¿nos sentamos?
-Si claro, aquél es mi banco.
Dos horas de conversación en la mañana, su vida, mi vida y unas manos que juegan sobre la ropa y debajo de ella.
Hoy la niebla se levanta antes del mediodía, y la mía deja entrever un rayito de sol.
Nos despedimos, sin antes indicarle cual es mi piso, -el que tiene las persianas levantadas y las cortinas grises – le digo. Y él contesta –vendré cuando menos lo esperes.
Nos despedimos con un mínimo contacto de labios.
Vuelvo a mi pequeño piso, necesito pensar que ha pasado, un beso de esperanza, de deseo, de amor.
Mis días transcurren, otra vez abrigada por la niebla y la humedad de mis lágrimas, sin más sobresalto que las llamadas de mi madre, ¡pobre de ella!, cuántas mentiras de piedad mi boca comunica.
Han pasado dos semanas de aquel beso, esta mañana no pude ir a mi parque, la depresión me pidió auxilio, necesitaba cobijo y le di un hueco en mi cama. Hoy hemos dormido abrazadas, ella y yo, incluso hicimos el amor, para recordarnos que nos tenemos la una a la otra. No sabía que me podría gustar lo femenino, pero la depresión te embauca, te seduce, te penetra ya seas hombre o mujer, y al final te enamoras de ella. Nuestro encuentro nocturno me ha dejado exhausta, y ni caminar puedo.
Suena el telefonillo, no sabía si abrir o no, ¡que pereza! dejar a mi amante entre el plumón y salir al frío de la casa. Pero el telefonillo insiste ¡qué pesado Dios!, al final tendré que abrir. Me levanto, me atuso los cabellos y con mi pijama de franela abro la puerta, sin preguntar, sin responder. Entornada la puerta, me refugio detrás de ella. Empujan y sin decir nada, Él entra.
Sobresaltada, ruborizada y espantada le miro, me mira, se arrima y solo un beso nos junta de nuevo. Y yo con mi pijama de franela…
Me coge de la mano, y me guía a mi habitación. Su instinto acierta la puerta, ¡vaya! he olvidado que dejé a mi amante en la cama. Temerosa suplico al cielo que no la descubra, sé que ella tiene la capacidad de ser invisible, y esconderse en el armario. Por suerte, escuchó voces irreconocibles, y decidió ser fugitiva que capturada por la policía.
Él me invita a mi cama y lentamente desnuda mi cuerpo, saboreando lo que encuentra en cada momento. Sus manos no necesitan permiso para seguir su recorrido. En uno fundimos los cuerpos.
La niebla esta mañana no nació al día, solo el Sol brilla, mi amante fugitiva escondida espera su momento, creo que hubiera preferido un trío de ases, pero no sabe que este instante no puedo compartir, es mío, los besos y los sueños.
Hoy sale el Sol en mi mañana, mi amante espera, y mañana, mañana será otro día.
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